"Para cambiar de verdad, hay que cambiar de
conducta y no solo la actitud"
La capacidad para trabajar
duro y responder de manera resiliente ante el fracaso y la adversidad son
características esenciales de las personas que tienen una gran “fuerza
interior”. Estas personas logran alcanzar sus metas porque no desisten en
su empeño y, cuando un camino no les conduce donde deseaban, simplemente toman
otro.
¿Qué diferencia a estas personas del
resto? ¿Cuál es el secreto de su éxito?
“La felicidad y la satisfacción que obtengas en la vida
dependerán de hasta qué punto logres liberarte de esos problemas”
Las personas que tienen una gran fuerza interior ponen en
práctica esta antigua recomendación. Aunque algunos creen en la suerte, también
se preocupan por darle una mano. No se sientan a esperar a que la fortuna llame
a su puerta sino que salen a buscarla y siempre tienen la disposición adecuada
para captar las oportunidades al vuelo. Son personas con un locus de control
interno, personas que toman las riendas de su vida y que actúan como si todo
dependiese de ellas, aunque saben perfectamente que no es así. Sin embargo, esa
actitud les da fuerza y obvian las cosas sobre las que no pueden influir.
Solemos pensar que la fuerza de voluntad es un manantial inagotable pero no es
así. Un estudio muy curioso demostró que cuando hemos pasado todo el día
ejerciendo el autocontrol, durante la noche somos más indulgentes.
Eso
significa que la fuerza de voluntad es una cualidad que debemos aprender a
dosificar. Por eso, las personas que
tienen esa fuerza interior suelen concentrarse en lo que verdaderamente les
importa y pasan de las causas perdidas, por las cuales no pueden hacer nada,
una actitud que les permite focalizar su energía y lograr sus objetivos. Sin
embargo, eso no significa que sean egoístas sino tan solo pragmáticos. Dan su contribución
hasta que pueden y no se martirizan porque no pueden hacer más; ven el pasado
como una fuente de información… nada más.
La mayoría de las personas viven
atadas, de alguna u otra forma, a su pasado. Sin embargo, a menudo se trata de
un fardo demasiado pesado que no les deja avanzar.
Al contrario, las personas
con fuerza interior consideran que sus vivencias son valiosas pero no se quedan
encadenadas a ellas.
Aprenden de los errores y siguen adelante. El pasado no
las define, comprenden que un fracaso es tan solo una oportunidad para
aprender, la señal de que quizás el éxito está más cerca.
Muchas personas no son
capaces de celebrar el éxito de los demás porque lo viven como un fracaso
personal. Piensan en el éxito como si fuera una cuota a repartir y, mientras
más tengan los otros, menos quedará para ellas. Con este pensamiento aparece la
envidia, el resentimiento y la frustración, sensaciones que no mejorarán tu
vida. Sin embargo, las personas con fuerza interior son capaces de alegrarse
por el éxito de los demás y aprenden de ellos. De vez en cuando, quejarse
tiene un poder catártico pero la queja continúa, que es una peculiaridad
endémica de nuestra sociedad, solo sirve para centrarse en los aspectos
negativos de las situaciones y, de paso, perder una energía y un tiempo muy
valiosos. Al contrario, las personas con fuerza interior no se sientan a llorar
sobre la leche derramada, emplean esa energía para reorganizar su estrategia y
volver a la carga.
En una cultura tan
competitiva como la nuestra, muchas personas actúan movidas por una motivación
extrínseca.
Es decir, quieren ostentar sus logros como si fueran medallas
colgadas en el pecho para alcanzar la aprobación o la admiración de los demás.
Sin embargo, lo que
diferencia a las personas con fuerza interior es que estas no pretenden
impresionar a nadie, se mueven para lograr sus sueños, por una motivación
intrínseca que, dicho sea de paso, es el motor impulsor más poderoso del
comportamiento.
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